El tango, la otra historia

Indice

Nota del editor

Prólogo

Primera parte: La iniciación
La palabra tango
Origen musical
Entre candombe y tango
Primeros nombres de tangos
Unapresencia fundamental: el bandoneón
Orquestas precursoras

Segunda parte: Período de consolidación
Los primitivos herederos
Los payadores
Voces femeninas en la difusión del tango
Voces masculinas
Cambios en la localización tanguera
Influencia europea
Algunas formaciones iniciales
Guardia Vieja
Formaciones que han hecho historia
Otros conceptos, otros enfoques
Cambios en el ritmo
Cafés y lugares para la historia
Cafés, bares y otros lugares en la Corrientes Angosta
El tango en la década del '40
La nueva poesía del tango
Conjuntos de la Edad Dorada
Cambios negativos
Poesía renovadora
Novedad poética

Tercera parte: El tango moderno
Piazzolla y sus seguidores
Formaciones vanguardistas

Cuarta parte: Definiciones personales
Dos creadores incomparables
Panorama general

Quinta parte: Algunos creadores de tangos

Bibliografía indicativa
Libros
Diarios
Revistas

Contratapa: Un protagonista de aquéllos, con más de un siglo de vida y ninguna señal de vejez, bien merece un tratamiento digno. Y Andrés Carretero se lo da. Al hacerlo, muestra clara conciencia de que trata un género musical que, como pocos, puede orgullecerse de su vigencia y de ser reconocido sin discusión como esencial al alma de un pueblo.
También muestra, bien que con gran sobriedad, una erudición y una capacidad de análisis infrecuentes. De igual modo, aparecen sus particulares dotes de historiógrafo social, poco sorpresivas por lo felizmente reiteradas a través de una obra extensa y perdurable. Con los últimos años del siglo XIX, todo ha evolucionado en la Gran Aldea, ya transformada en Gran Ciudad y avanzando sobre la campaña. La clase trabajadora comienza a esbozar su propia conciencia. La economía y la industria han prosperado. El comercio es múltiple y progresa a paso de gigante. Buenos Aires no sólo se ha expandido sino que también se ha embellecido. Claro que, como oscuros verrugones, permanecen abandonadas. Igualmente, se la considera ya una de las ciudades más importantes de América. Es hora de que aparezca el tango. Y en buena hora, así ocurre. Oscuramente, ya se insinúa su sonido. Marginalmente, ya pueden entreverse los contoneos que anuncian sus pasos, su cadencia, su ritmo. Carretero vuelve a contarnos esta preconcepción, este nacimiento, estos primeros movimientos del tango. Y los que siguen. No obstante, al recorrer las páginas de su libro, sentimos un vivificante aroma de novedad. Porque, como lo expresa magníficamente en el prólogo José Gobello, ...no reitera ni resume las obras del mismo linaje que la precedieron, ni se desvela por los eslabones perdidos, ni se llena los vacíos del saber, de la información, con arpegios y florituras, sino que propone una visión global de esa poliforma manifestación de la porteñidad.