ESMA Fenomenología de la desaparición

Por: Tipo de material: TextoTextoDetalles de publicación: Buenos Aires 2004 PrometeoDescripción: 142 pISBN:
  • 950-9217-60-3
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Resumen: Contratapa: Un pueblo de siervos. Sin aptitud para reaccionar, sin sensibilidad, ya no sólo sin movimiento voluntario, sin siquiera movimiento reflejo. Como muertos. Ni siquiera se podría reducir la vida moral a la reacción fisiológica. Reaccionar es vivir. Un tejido orgánico debe reaccionar a toda excitación. Patológica desaparición de reacción: tal el escándalo, la particularidad de los sucesos argentinos. Economía de las reacciones, miserables especuladores. Sin voluntad, sin actividad primero, sin reactividad después. Sin siquiera mala conciencia. ¿Y la culpa, esa culpa colectiva, se extingue con el tiempo o cruza las generaciones? No se puede evadir la historia, y menos en un presente de persistente penuria, pero ¿es absurdo culpar a todo un pueblo, a muchos, a una multitud? ¿Qué culpa tiene? ¿Culpa moral, política? ¿Quién tiene el derecho de acusar y de juzgar? ¿Quién, si hubo una mayoría indiferente; políticos cómplices; una justicia también cómplice, que fue pasiva ante los secuestros y asesinatos, y después permisiva ante los indultos, la obediencia debida y el punto final? ¿En qué sentido esa masa, esa multitud es responsable? Aun, de no existir culpa moral, puede darse tal responsabilidad por el disimulo devenido como rasgo de la existencia, por la adaptación conformista, la credulidad, el autoengaño. ¿Culpa por la fiesta de todos, el mundial de fútbol de la Argentina tan equivalente a la Olimipíada de Berlín de 1936? Pero, ¿acaso pueda asimilarse la culpa de quien festejaba a metros de Esma, o la del vecino atemorizado, que prefiere descreer de sus sentidos y creer en la palabra oficial, a la culpa de los represores, esas camisas blancas que arrasaban? Existencias pasivas, sobreviviendo, consumiendo. La vida, al ritmo de la inflación, se devaluaba hasta la desaparición. Y como todo perdía valor, ¿qué valor el de la vida, el de los derechos, el de las personas?
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Indice

Primera parte. Experiencia

Campo de desaparición
Ante esa dura roca
Mientras se torturaba, sonaba Satisfaction de los Rolling Stones
Etiquetadores
La atracción de una vena azul (apuntes sobre Masserita)
Jueves de las madres
A la espera de la erupción

De una frontera a otra (Munro-Pilcaniyeu)
Un muerto en 1977
Poco tiempo antes, el sueño de una tarde cálida
El Negro
Una zona de lamemoria
Vélez y Kant
Vuelvo sobre los pasos
Quiero atrapar el sol, en una pared desierta
Educación integral
De una tarde a la noche (1978)
Informes de 1979
Un viaje a las fronteras
La escuela gendarme
Lecciones de estilo
Abrir los ojos a un proceso de todos
Una mañana, de la escuela a River, d eMunro a Pilcaniyeu
Los bendecidos
Las manos sucias
No hay nada en la viña del señor
Volví a Munro
Prosa de los signos sensoriales

Astilla en el ojo
Travesía, caminodel trabajo
Afirmación de la nada
Astilla en el ojo
Del Valle a Esma. Ida y vuelta
Mocosidad
Desarreglo
Vecinos de la desaparición
Como plantas
Museo
Sentencias

Distancia de voces
Culpa colectiva
Brumas
Vergüenza
Un cuento de monstruos
Dolor
La memoria respiratoria
Los cabellos aún atraviesan las aguas
Concentración de dolor
La tinta y el tapón
Compañía
¿Adonde volver los ojos para no desesperar?
Eliot
Fórmulas
Pregunta

Desaparición y atención
Nocturno de la ciudad
Vida y política
Excepción
Violencia
Dos pueblos, dos violencias
El campo
Tragedia
La voluntad de no querer
¿Puede el arte ser un freno ante el límite?
Unión de mundos
La gravedad de la ideación
El gesto inaudito
Atención

Segunda parte. Representación

Teoría y método del cuaderno
Teorías
En el invierno del dolor, empobrecidos
Individuum est ineffabile
¿Camino?
El cuaderno, compañero de experiencias, testigo de miserias
Un método micrológico y fragmentario
Bombita de témpera roja
Conocimiento silencioso
Tomar el camino del error a la verdad, zambullirse una y otra vez en el agua de la duda
Con un gemido, así acaba el mundo
E, fábrica cultural
¿Irrepresentable?
¿Estética del silencio?
Como la piel sobre el agua profunda
Naturaleza muerta
Arena
Se volvió fatal
Ahora cansa la visión del hombre
El abismo de la deseperanza
Individuos que tratan de corresponder a la individualidad
¿Acaso una experiencia?
Hipóstasis
No se amontonaron zapatos en un patio
De algún modo levantarse

Fenomenológicas
Juicios del pasado sensorial y epistemología
La desaparición es más fría que la muerte
Olvido sin olvido, memoria sin restitución
¿Ahora qué música?
Fenomenológicas
La cruz y el pañuelo
Moscas
Mimesis de la violencia y desequilibrio de la justicia
Modernos

Piedra tras la sangre. Desaparecidos, testimonios y representaciones
¿Dónde quedan los restos de mi cuerpo? (Monteverdi y D'India en Esma)
WMB (Wittgenstein método bélico)
Un hombre ha pasado por una experiencia, ahora busca la historia de su experiencia
Testimonio de un no testigo y representación negativa
Sin arte cálido, monumento (Parque de la Memoria)
Pájaros sin luz (Testimonios de mujeres de desaparecidos)
Un montaje
La desgracia, destino común

Evaporación
Desesperación, desaparición
Esteticismo
En lo sublime no concuerdan sensibilidad y razón
Idealismo mágico
Ficción sin verdad
Tal vez alguna frase suelta
Es un hedor, es un alivio existencial, es una pasión sustractiva
Inicio: esperar
Sólo el perfume se evapora

Contratapa: Un pueblo de siervos. Sin aptitud para reaccionar, sin sensibilidad, ya no sólo sin movimiento voluntario, sin siquiera movimiento reflejo. Como muertos. Ni siquiera se podría reducir la vida moral a la reacción fisiológica. Reaccionar es vivir. Un tejido orgánico debe reaccionar a toda excitación. Patológica desaparición de reacción: tal el escándalo, la particularidad de los sucesos argentinos. Economía de las reacciones, miserables especuladores. Sin voluntad, sin actividad primero, sin reactividad después. Sin siquiera mala conciencia. ¿Y la culpa, esa culpa colectiva, se extingue con el tiempo o cruza las generaciones? No se puede evadir la historia, y menos en un presente de persistente penuria, pero ¿es absurdo culpar a todo un pueblo, a muchos, a una multitud? ¿Qué culpa tiene? ¿Culpa moral, política? ¿Quién tiene el derecho de acusar y de juzgar? ¿Quién, si hubo una mayoría indiferente; políticos cómplices; una justicia también cómplice, que fue pasiva ante los secuestros y asesinatos, y después permisiva ante los indultos, la obediencia debida y el punto final? ¿En qué sentido esa masa, esa multitud es responsable? Aun, de no existir culpa moral, puede darse tal responsabilidad por el disimulo devenido como rasgo de la existencia, por la adaptación conformista, la credulidad, el autoengaño. ¿Culpa por la fiesta de todos, el mundial de fútbol de la Argentina tan equivalente a la Olimipíada de Berlín de 1936? Pero, ¿acaso pueda asimilarse la culpa de quien festejaba a metros de Esma, o la del vecino atemorizado, que prefiere descreer de sus sentidos y creer en la palabra oficial, a la culpa de los represores, esas camisas blancas que arrasaban? Existencias pasivas, sobreviviendo, consumiendo. La vida, al ritmo de la inflación, se devaluaba hasta la desaparición. Y como todo perdía valor, ¿qué valor el de la vida, el de los derechos, el de las personas?

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