La política como subversión Una mirada sobre la teoría y práctica del poder popular

Por: Tipo de material: TextoTextoSeries Colección pensar el futuroDetalles de publicación: La Plata 2000 De la CampanaDescripción: 191 pISBN:
  • 987-9125-23-1
Tema(s): Resumen: ¿Cómo se explica que después de décadas de entusiasmos, sacrificios y confianza, aparentemente solo queden focos de resistencia en buena parte actuando más por inercia que por convicción? ¿Cómo se explica que la mayoría de aquellos que más entusiasmo y esfuerzos pusieron en la construcción del llamado socialismo real sean los menos interesados en defenderlo? ¿Hubo realmente caída? ¿O es simplemente readecuación de un sistema que nunca fue lo que dijo ser? Después de todo -si según el propio Marx- los hombres no son lo que creen ser sino lo que hacen, las sociedades no son lo que ellas afirman de si mismas sino lo que hacen. Muchos, aferrados a una esperanza que solo es expresión de deseos, piensan que esto es sólo una impasse dentro de esa larga lucha por la sociedad comunista. Hay que esperar que el propio desarrollo de las fuerzas productivas regeneren el sujeto histórico y mientras tanto prepararse para las futuras ofensivas revolucionarias. Las herramientas que habíamos portado eran buenas pero hubo desviaciones. Otros desarrollan la cómoda teoría de la traición. La traición de Gorvachov, de Deng Xiao Ping, de Menem o de quien sea. Otros más se autocritican de haber sido demasiado izquierdistas, no tuvimos suficientemente en cuenta la cuestión nacional. Se nos paso la cosa de la democracia y así por el estilo. Creo que el examen del pasado se hace a la luz del presente y para el presente. Pero al mismo tiempo estoy convencido que hemos cometido un solo pecado imperdonable: No haber sido ni ser suficientemente subversivos. La izquierda dejo de ser cuando hubo dejado de ser subversiva. Con la crisis de la modernidad, con el cuestionamiento al progreso sin límites se abre la posibilidad de replantearnos el comunismo aquí y ahora. Lo revolucionario, lo subversivo, la radicalidad, ya no sería un medio para llegar al comunismo. Es una exigencia, un movimiento creador, un disparador de nuevas iniciativas de realciones sociales subversivas al sistema aun en las entrañas del mismo. El fin estará en el medio y a su vez ningún medio será un fin en sí mismo. No se lucha por la libertad futura porque en la misma lucha está la libertad. De ahora en más la lucha carece de la garantía que nos dió el determinismo. Toda lucha es una apuesta y eso nos obiga incluso a revisar los parámetros de éxito o fracaso. Y el nuevo milenio podrá ser tanto el regreso de la barbarie, una especie de Edad Media altamente tecnologizada o el surgimiento de una nueva y autentica ilustración basada en una reconsideración sobre la objetividad del tiempo y el reencuentro de la razón con los sentidos. Luis Mattini
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LIBROS LIBROS Biblioteca Legislativa y Pública "Eva Perón" 321.01 MAT (Navegar estantería(Abre debajo)) Disponible LEG-LIB-011667
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¿Cómo se explica que después de décadas de entusiasmos, sacrificios y confianza, aparentemente solo queden focos de resistencia en buena parte actuando más por inercia que por convicción? ¿Cómo se explica que la mayoría de aquellos que más entusiasmo y esfuerzos pusieron en la construcción del llamado socialismo real sean los menos interesados en defenderlo? ¿Hubo realmente caída? ¿O es simplemente readecuación de un sistema que nunca fue lo que dijo ser? Después de todo -si según el propio Marx- los hombres no son lo que creen ser sino lo que hacen, las sociedades no son lo que ellas afirman de si mismas sino lo que hacen.
Muchos, aferrados a una esperanza que solo es expresión de deseos, piensan que esto es sólo una impasse dentro de esa larga lucha por la sociedad comunista. Hay que esperar que el propio desarrollo de las fuerzas productivas regeneren el sujeto histórico y mientras tanto prepararse para las futuras ofensivas revolucionarias.
Las herramientas que habíamos portado eran buenas pero hubo desviaciones. Otros desarrollan la cómoda teoría de la traición. La traición de Gorvachov, de Deng Xiao Ping, de Menem o de quien sea. Otros más se autocritican de haber sido demasiado izquierdistas, no tuvimos suficientemente en cuenta la cuestión nacional. Se nos paso la cosa de la democracia y así por el estilo.
Creo que el examen del pasado se hace a la luz del presente y para el presente. Pero al mismo tiempo estoy convencido que hemos cometido un solo pecado imperdonable: No haber sido ni ser suficientemente subversivos. La izquierda dejo de ser cuando hubo dejado de ser subversiva.
Con la crisis de la modernidad, con el cuestionamiento al progreso sin límites se abre la posibilidad de replantearnos el comunismo aquí y ahora. Lo revolucionario, lo subversivo, la radicalidad, ya no sería un medio para llegar al comunismo. Es una exigencia, un movimiento creador, un disparador de nuevas iniciativas de realciones sociales subversivas al sistema aun en las entrañas del mismo. El fin estará en el medio y a su vez ningún medio será un fin en sí mismo. No se lucha por la libertad futura porque en la misma lucha está la libertad. De ahora en más la lucha carece de la garantía que nos dió el determinismo. Toda lucha es una apuesta y eso nos obiga incluso a revisar los parámetros de éxito o fracaso.
Y el nuevo milenio podrá ser tanto el regreso de la barbarie, una especie de Edad Media altamente tecnologizada o el surgimiento de una nueva y autentica ilustración basada en una reconsideración sobre la objetividad del tiempo y el reencuentro de la razón con los sentidos. Luis Mattini

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