Cuatro moradas sarmientinas Con declaratoria nacional

Por: Colaborador(es): Tipo de material: TextoTextoSeries Colección MonumentArgentina ; 4Detalles de publicación: Buenos Aires 2011Edición: Descripción: s.pISBN:
  • 978-987-24935-2-3 , ,
Otro título:
Tema(s): Resumen: Hemos seleccionado las cuatro moradas sarmientinas que siguen (todas ellas con declaratoria nacional), como testimonio de ese otro Sarmiento que solemos olvidar: simplemente, el hombre que, pese a su vigor volcánico y a su terriblitá miguelangelesca, alguna vez, descansó; o al menos, se retrajo del escrutinio público para gozar de una intermitente privacidad. Todas ellas, a su modo, develan la humanidad del prócer, impostada en vínculos intrínsecamente humanos, ligados a una condición carnal que los excesos de hiperdulía de sus tantos panegiristas, a veces han desdibujado. La memoria histórica argentina no ha desatendido aquellos sitios de la presencia íntima sarmientina. Dos de ellos (San Juan y Buenos Aires) gozan desde hace tiempo de su declaratoria como monumentos históricos nacionales. Más aún: la casa natal sanjuanina es el primer monumento declarado en nuestro país. La vivienda del Delta es lugar histórico nacional (lo mismo los baños del Zonda, donde escribió su famoso graffiti las ideas no se matan). Numerosas escuelas de fundación o de inspiración sarmientina gozan de tutela, en distintas categorías de la ley nº 12665. Otras creaciones suyas gozan del mismo rango patrimonial, como el Jardín Zoológico. Su tumba en la Recoleta ha sido declarada sepulcro histórico. Un importante Museo capitalino, cuya sede es monumento nacional, lleva su nombre, lo mismo que una calle y una avenida porteñas, por no mecionar otras tantas calles, escuelas, bibliotecas y plazas del interior del país. También, una histórica fragata ostenta su nombre. Hasta las míticas maestras norteamericanas, cuya venida él impulsó, fueron rememoradas con la declaratoria de sus sepulcros en el Cementerio Británico de Buenos Aires. No puede decirse, pues, que la memoria del ilustre sanjuanino no goce de las honras que merece en el registro del patrimonio argentino. Volver la mirada a las moradas sarmientinas es, de algún modo, resignificar su figura y devolverle su humanidad. Esa humanidad en acto rememorante que destilan las páginas de Recuerdos de Provincia.
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LIBROS LIBROS Biblioteca Legislativa y Pública "Eva Perón" 725.1 MAS (Navegar estantería(Abre debajo)) Disponible LEG-LIB-054933

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Hemos seleccionado las cuatro moradas sarmientinas que siguen (todas ellas con declaratoria nacional), como testimonio de ese otro Sarmiento que solemos olvidar: simplemente, el hombre que, pese a su vigor volcánico y a su terriblitá miguelangelesca, alguna vez, descansó; o al menos, se retrajo del escrutinio público para gozar de una intermitente privacidad. Todas ellas, a su modo, develan la humanidad del prócer, impostada en vínculos intrínsecamente humanos, ligados a una condición carnal que los excesos de hiperdulía de sus tantos panegiristas, a veces han desdibujado.
La memoria histórica argentina no ha desatendido aquellos sitios de la presencia íntima sarmientina. Dos de ellos (San Juan y Buenos Aires) gozan desde hace tiempo de su declaratoria como monumentos históricos nacionales. Más aún: la casa natal sanjuanina es el primer monumento declarado en nuestro país. La vivienda del Delta es lugar histórico nacional (lo mismo los baños del Zonda, donde escribió su famoso graffiti las ideas no se matan).
Numerosas escuelas de fundación o de inspiración sarmientina gozan de tutela, en distintas categorías de la ley nº 12665. Otras creaciones suyas gozan del mismo rango patrimonial, como el Jardín Zoológico. Su tumba en la Recoleta ha sido declarada sepulcro histórico.
Un importante Museo capitalino, cuya sede es monumento nacional, lleva su nombre, lo mismo que una calle y una avenida porteñas, por no mecionar otras tantas calles, escuelas, bibliotecas y plazas del interior del país. También, una histórica fragata ostenta su nombre. Hasta las míticas maestras norteamericanas, cuya venida él impulsó, fueron rememoradas con la declaratoria de sus sepulcros en el Cementerio Británico de Buenos Aires.
No puede decirse, pues, que la memoria del ilustre sanjuanino no goce de las honras que merece en el registro del patrimonio argentino. Volver la mirada a las moradas sarmientinas es, de algún modo, resignificar su figura y devolverle su humanidad. Esa humanidad en acto rememorante que destilan las páginas de Recuerdos de Provincia.

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