000 03052nam a22002417a 4500
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020 _a950-517-010-6
040 _aHCSPBA
100 _aJauretche, Arturo
245 _aMano a mano entre nosotros
250 _a4a. ed.
260 _aBuenos Aires
_c1983
_bCorregidor
300 _a[191] p.
505 0 0 _aIndice Moraleja de Borges: su guerrero y su cautiva Las dos caras de Discepolín: vos también Julián Centeya Historia de dos estancias y un solo campo (con una moraleja) La música del consentimiento La derrota del paludismo, una victoria argentina Del gallego Perla al corso Falcionelli Estilo inamistoso y estilo coexistente: de las merluzas marinas a las bogas portuarias Pelé enseña moral patriótica a los tilingos En el sequicentenario de la independencia Los pactos Perón-Frondizi y Frondizi-Aramburu ¿Quién es el burro...? Pavotes y vivillos El pueblo de la revolución ¿Deben los militares saber de política? Literatura castrense El compromiso con lo propio. Contestando una carta El hombre del portafolios El comando Cóndor y el almirante Guzmán Ojos mejores para mirar la patria El papel que juega la SADE ¡Tierra negra y resaca pa' las plantas! Letra más o menos La cara europea de un problema nuestro El caso Pinedo y el valor de las doctrinas económicas La liebre y el galgo Aprendamos a leer los diarios Democracia y corporativismo: tanto da
520 _aContratapa: Este texto de Jauretche contiene numerosas notas periodísticas publicadas en la década del sesenta en cuantas revistas y periódicos -publicados con gran esfuerzo militante-, se podía. Este libro lleva al pie de esas colaboraciones la fecha y el nombre del medio impreso donde salía. Eran los tiempos de la Tiza y el Carbón, utilizados por la militancia popular en los tapiales de todo el país. Yo recuerdo que la dictadura de entonces no sólo no permitía editar libros con contenido nacional y popular, sino que hasta debíamos espulgar nuestras bibliotecas de textos con esos contenidos. Muchos los enterrábamos. Jamás, en ningún lado, hubo esa clase de semillas. Con el tiempo florecieron y se multiplicaron. Aquello fue el tiempo del gran censor Alvaro Alsogaray. Otro tanto sucedió por los años ochenta, en que hablábamos por todo el país. Recuerdo la oportunidad en que fuimos con Oscar Rovito y el otro gran actor, Carlos Carella, a hablar a un club de Rosario en donde nos tildaron de nacionalistas, denominación de origen europeo, y nosotros aclaramos que éramos nacionales y populares, como habíamos aprendido leyendo a Arturo Jauretche, el gran expositor de nuestra identidad nacional. Aquí Jauretche no deja títere con cabeza. Leer estas notas es volver a deleitarse con el fuego sagrado de las revelaciones eternas del gran maestro. Osvaldo Guglielmo
650 _aIDENTIDAD NACIONAL
650 _aARGENTINA
650 _aHISTORIA
650 _aACTIVIDAD PERIODISTICA
942 _cLIB
999 _c1083
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